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Dibuje un infinito en tu hombro con mis labios,
Para que permanezcan allí eternos.
Hundí mis dedos en tus costillas y con mi aliento empañe tus ojos,
Y me di cuenta de la potencia de mi querer.
Cruce la frontera de lo permitido y me sumergí en lo catastrófico,
Y permanecí allí contigo,
Nunca te solté.
Sentí latir tu boca y tus pupilas abrumarse al placer,
Sentí tus cienes rojas y tu pecho sin mas que hacer,
Te escucho mejor cuando me dices con tu aliento,
Te creo mas cuando huelo tu pelo,
Te amo mejor cuando arribo tu cuello,
Te siento mejor cuando abrazo tu pierna,
Y con tanto pudor como cariño,
Arribo por donde nadie mas que tu sabe lo que habita en verdad:
¿El timbre del cielo?
Solo tu habrás de descubrirlo.
Yo solo puedo amarlo a mi manera.
No hay disociaciones en tu cuerpo cuando fluyes con tu impulso,
No hay pulsiones de mas ni frases en vano,
Cada cosa en su lugar haciendo de si una orquesta inimaginable para conmemorar uno de los mejores momentos del ser, una de las razones por las cuales Vivir es redundantemente Exitante y Desgarrantemente Hermoso: Amar tu carne a travez de la mía.